Enfundados en esqueletos de metal, los vidrios de posadas ocupan calles.
Rompen la simetría de la costa sin orden, sin lógica.
Atrapados en las jaulas, tras los vidrios, respiramos en habitaciones de diseño, enfocadas a una tierra de sal que se cotizará.
La mujer de la limpieza cuelga avisos en los pomos de las puertas recordándonos lo importante que parecemos y lo insignificantes que somos.
La puerta giratoria anunciará libertad.